Querido Baloncesto
Han pasado casi 28 años desde el primer día que te conocí. 28 años desde el primer día que te vi detrás de nuestro garaje. 28 años desde que nos presentaron mis padres. Si entonces alguien me hubiera dicho en lo que nos convertiríamos el uno para el otro, seguro que no lo hubiera creído. Apenas me acordaba de tu nombre. Luego empecé a verte alrededor de mi barrio y en la televisión. Solía verte en los playgrounds. Pero cuando mi hermano mayor empezó a prestarte más atención, comencé a preguntarme si eras algo diferente. Cuánto más te conocía, más me gustabas. Pero como una broma del destino, cuando finalmente me empecé a interesar por ti de forma real, cuando me sentí preparado para tomarte en serio, me abandonaste en el instituto. Me dijiste que no era suficientemente bueno. Aquello me dolió y me hundió. Creo que incluso lloré. Pero sentía un amor por ti mayor que nunca. Entrené. Trabajé en mi juego sin descanso. Pase. Bote. Tiro. Visión. Corrí. Fortalecí mi físico. Levanté pesas. Te estudié. Empecé a enamorarme de ti y tú te diste cuenta. Al menos eso es lo que decía mi entrenador Dean Smith.
En ese momento, no sabía exactamente qué es lo que ocurría. Pero ahora lo sé. Dean Smith me estaba enseñando a amarte, a escucharte, a entenderte, a respetarte y a apreciarte. Y entonces, ocurrió. Esa noche, en el Louisiana Superdome, en el último segundo de la final por el título ante Georgetown, me encontraste en un rincón y bailamos.
Desde entonces, has sido mucho más que un balón para mí.
Mucho más que una pista.
Mucho más que un aro.
Mucho más que un par de zapatillas.
Mucho mas que un partido.
En cierta forma, has sido mi vida. Mi pasión. Mi motivación. Mi inspiración.
Tú eres mi mejor seguidor y mi más duro crítico.
Tú eres mi amigo más querido y mi más fuerte aliado.
Tú eres mi profesor más retador y mi mejor estudiante.
Tú eres mi más fiel compañero y mi más fiero competidor.
Tú eres mi pasaporte alrededor del mundo y mi llave dentro del corazón de millones de fans.
Han cambiado muchas cosas desde que nos conocimos por primera vez pero, en cierta forma, tengo que agradecerte mucho. Así que si no lo has oído antes, deja que lo haga para que todo el mundo pueda escucharlo.
Gracias. Gracias, Baloncesto. Gracias por todo.
Gracias por todos los jugadores que llegaron antes de mí.
Gracias por todos los jugadores contra los que luché.
Gracias por los campeonatos y por los anillos.
Gracias por los All-Star Games y los Playoffs.
Gracias por los últimos tiros, los tiros sobre la bocina ganando partidos, las victorias y las derrotas.
Gracias por lograr que me ganara la vida.
Gracias por el número 23.
Gracias por North Carolina y Chicago.
Gracias por el apodo de Air.
Gracias por los movimientos en el aire y mi capacidad de volar.
Gracias por los concursos de Mates.
Gracias por el deseo y la determinación, el corazón y el alma, el orgullo y el coraje.
Gracias por el espíritu competitivo y la competición.
Gracias por los fallos y los aciertos, por las bendiciones y los aplausos.
Gracias por el triángulo.
Gracias por el béisbol y los Barons.
Gracias por perdonarme.
Gracias por los asistentes, los trainers y los médicos.
Gracias por los locutores, los árbitros, los periodistas, los reporteros, la televisión y la radio. Gracias por los Pistons y los Lakers, los Cavs y los Knicks, los Sixers y los Celtics.
Gracias por Phoenix, Portland, Seattle y Utah.
Gracias por los Wizards.
Gracias por los que creyeron en mí y los que dudaron de mí.
Gracias por el entrenador Smith, el entrenador Loughery, el entrenador Albeck, el entrenador Collins y el entrenador Jackson.
Gracias por la educación y la experiencia.
Gracias por enseñarme este deporte desde arriba, desde abajo, desde lejos y desde dentro. Gracias por cada seguidor que alguna vez a gritado mi nombre, que alguna vez me ha aplaudido a mí o a algunos de mis compañeros, que me ha dado la mano o que me ha animado.
Gracias por todo lo que has dado a mi familia.
Gracias por la luna y las estrellas y por último, gracias por Bugs y Marte.
Sé que no soy el único que te ama. Sé que hubo muchos que te amaron antes que yo y que habrá muchos que lo hagan después de mí. Pero también sé que lo nuestro ha sido único. Ha sido especial. Así que aunque sé que nuestra relación seguirá cambiando, como cualquier otra relación, hay algo que es seguro. Te amo Baloncesto. Amo todo lo que hemos sido el uno para el otro. Mis días como jugador de la NBA se han acabado definitivamente, pero nuestra relación nunca terminará.
Con Amor y Respeto
1 comentario:
Es una pena que no todos sientan el baloncesto así, aunque no sean Michael Jordan.
Si él tiene que dar las gracias...que tendrían que hacer otros...
Publicar un comentario